martes, 5 de abril de 2011

AYER Y HOY


Hace mucho leí una definición de muerte que me impactó: Un instante. La definición era de un niño y aunque nunca he muerto creo que no puede haber definición más exacta para describir esa transición. Ayer un señor que conducía una volqueta nos dijo: Muchachos ustedes volvieron a nacer. Efectivamente volvimos a nacer porque hoy vemos el mundo con ojos inexpertos, como si no perteneciéramos a él, como probablemente ven los recién nacidos las caras extrañas de quienes los saludan y les dan la bienvenida. Un recién nacido despierta la misma curiosidad que un muerto o que alguien que ha estado a punto de morir porque todos quieren saber cómo es la máxima sensación de soledad, todos quieren descifrar el misterio de la vida a través de los ojos de otro, inconscientemente todos quieren despojarse de las vestiduras de la existencia para darse cuenta de lo que es importante, para tolerar el hambre, la frustración, la miseria y la misma certeza de saber que van a morir. Hoy veo las cosas como si no las hubiera visto nunca, hoy siento que nada es mio, que no entiendo nada y que no deseo nada....las ambiciones se adquieren con la respiración acompasada y un sólo sacudón basta para que uno entienda que no siempre se puede respirar acompasadamente.

"Llévame entre las dulces sustancias que mueren cada día en tu memoria".