jueves, 18 de noviembre de 2010

"NO SE PUEDE CORREGIR A LA NATURALEZA"


Lidiar con la naturaleza de uno es muy complicado. Por eso mi momento favorito del día es cuando se me cierran los ojos de cansancio. Cuando uno duerme deja de ser alguien...se convierte en un cuerpo que respira, que no piensa, no se mueve, no decide, no se lamenta, no llora, no se rie. El sueño es una pequeña muerte a la que todos podemos acceder. Es un estado idílico en el que se deja de combatir la naturaleza...uno no tiene que esforzarse para impresionar a su propio subconsciente. En la vigilia todo es diferente. Uno escucha, habla, aparenta ser fuerte o débil según el caso, cuenta la plata, se rasca, le duele, le molestan las cordales, extraña, se aburre, se pone eufórico.
Es estúpido compadecer a algunas personas. Hace poco vi los pies de un señor de la calle que sobresalían por debajo de un plástico que lo resguardaba de la lluvia. En ese momento me dio lástima y quise darle una taza de chocolate caliente con pan. Ahora veo todo de una forma diferente...él ya no está luchando contra su propia naturaleza y eso lo hace menos humano que yo, es decir, él está en un sueño constante mientras yo permanezco despierta esperando 8 horas de escape. Me imagino que si le hubiera dado esa taza de chocolate con pan lo hubiera obligado a corregir su naturaleza, lo hubiera hecho salir de su sueño para decirme: Dios se lo pague

domingo, 7 de noviembre de 2010

LA OTRA CARA


La cara anterior de mi cerebro está sucia...pero no es una suciedad normal como la de la cocina después de hacer el almuerzo...es una suciedad profunda, que no se barre con escoba ni se absorbe con aspiradora.
A las 11.30 p.m me quedo dormida, dejo el televisor prendido en cartoon network...al fondo suena la voz cálida y anacrónica del chapulín colorado....Depronto estoy en una habitación desconocida, hay un hombre que gesticula con desesperación y me muestra que tiene en el cuerpo varias sondas llenas de sangre detenida...quiere que entienda que su estado no se desprende de su voluntad...al parecer está obligado a sentirse como yo me siento y sólo quiere escapar. Yo soy un niño de 6 o 7 años. Tengo una sola sonda y no sé para qué es...los pulmones me fallan y siento que no respiro. El hombre que está a mi lado tiene una jeringa pequeña y con ella me aplica 10 segundos de oxígeno...me siento momentáneamente aliviado. Después vuelvo a asfixiarme y esta vez el hombre sólo me inyecta 5 segundos de oxígeno...la jeringa es muy pequeña y el hombre está nervioso. Sólo queda 1 segundo de oxígeno y yo siento una presión insoportable en el pecho, mi vida se esfuma y no entiendo por qué. Quiero tomar aire y no puedo. Mi vida depende de la pequeña jeringa...ruego para que mi agonía se retrase 1 segundo más pero el hombre sale corriendo aterrorizado llevándose consigo mi último segundo de vida. Despierto asfixiada y asustada. La voz cálida del Chapulín Colorado ya se extinguió.