domingo, 7 de noviembre de 2010

LA OTRA CARA


La cara anterior de mi cerebro está sucia...pero no es una suciedad normal como la de la cocina después de hacer el almuerzo...es una suciedad profunda, que no se barre con escoba ni se absorbe con aspiradora.
A las 11.30 p.m me quedo dormida, dejo el televisor prendido en cartoon network...al fondo suena la voz cálida y anacrónica del chapulín colorado....Depronto estoy en una habitación desconocida, hay un hombre que gesticula con desesperación y me muestra que tiene en el cuerpo varias sondas llenas de sangre detenida...quiere que entienda que su estado no se desprende de su voluntad...al parecer está obligado a sentirse como yo me siento y sólo quiere escapar. Yo soy un niño de 6 o 7 años. Tengo una sola sonda y no sé para qué es...los pulmones me fallan y siento que no respiro. El hombre que está a mi lado tiene una jeringa pequeña y con ella me aplica 10 segundos de oxígeno...me siento momentáneamente aliviado. Después vuelvo a asfixiarme y esta vez el hombre sólo me inyecta 5 segundos de oxígeno...la jeringa es muy pequeña y el hombre está nervioso. Sólo queda 1 segundo de oxígeno y yo siento una presión insoportable en el pecho, mi vida se esfuma y no entiendo por qué. Quiero tomar aire y no puedo. Mi vida depende de la pequeña jeringa...ruego para que mi agonía se retrase 1 segundo más pero el hombre sale corriendo aterrorizado llevándose consigo mi último segundo de vida. Despierto asfixiada y asustada. La voz cálida del Chapulín Colorado ya se extinguió.

1 comentario:

  1. Esta me pareció tremenda. Una cosa familiar, tan ridícula como la voz del Chapulín Colorado, muchas veces es una salvación, un tapo, una tregua de esa parte sucia de la imaginación. Hay un cuento donde Paul Bowles dice que la fórmula para vencer el miedo es reunir todas las cosas que lo causan y ponerlas en orden, porque el miedo siempre es provocado por una alteración del orden de las cosas. La mejor prueba del orden es El Chapulín Colorado en el televisor.

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